Las disciplinas artísticas, tradicionalmente se dividen en artes visuales, artes escénicas, artes literarias y artes musicales.
Cuando relacionamos éstas con el estímulo erótico o con la sexualidad, es evidente que en el caso de las dos primeras, las artes visuales y las escénicas, la imagen y por tanto el sentido de la vista tienen una gran importancia. La relación de las artes literarias y el sexo no está mediada por ningún sentido en particular, sino por el máximo órgano sexual: el cerebro en funcionamiento. La lectura estimula nuestra imaginación y destila los estímulos sexuales que nos pueden provocar más excitación.
¿Qué ocurre con las artes musicales?. La música también es fuente de inspiración sexual.
Desde el punto de vista científico, hay estudios como los de los psicólogos Blod y Zatorre, en los que observaron que la música estimula la mismas regiones cerebrales que regulan los impulsos sexuales. El estímulo de las zonas de recompensa como las de la saciedad con los alimentos, las drogas, o el orgasmo eran similares a las que estimulaban la música o más concretamente determinado tipo de música.
Menos científico, aunque también dirigido por un psicólogo, Daniel Müllensiefen. fue un estudio, «Science Behind the Song», organizado por la aplicación Spotify entre 2000 personas de diferentes edades. Un 40% de los encuestados dijeron que una canción les estimulaba más que el tacto durante el acto sexual.
Podemos encontrar situaciones extremas sobre el efecto que produce la música sobre el deseo sexual, como es la melolagnia. Un ejemplo de este tipo de situación lo encontramos en la obra de Shakespeare, “Noche de reyes”. En el Acto I, escena 1 se escucha música y entra Orsino, Duque de Illiria, Curio, y otros caballeros. Orsino dice:
Si la música, como dicen, es alimento de amor, tocad, siempre,tocad hasta saciarme. Así el deseo languidecerá ya caso muera. ¡Oh, esa melodía...de nuevo...qué lenta se desvanece...! Oh, inundó mi oído cual viento dulcísimo que suspira sobre un lecho de violetas dándole un perfume para luego quitárselo. ¡No, no más! ¡Que está perdiendo su dulzura! Qué lozano, qué ágil eres, oh espíritu del amor, eres inmenso como el océano; así también tu avidez –no importa lo que engulla, ni su precio ni su valor- hace que todo quede disminuido, y degradado...!Y en un instante! Caprichosas son las formas del deseo, tanto, que se diría que nada existe tan fantástico.
La música, al activar esas zonas de recompensa, produce una liberación de endorfinas y por tanto sensación de bienestar. Cuando se escucha durante la actividad sexual elimina los posibles bloqueos gracias a la evasión mental que se genera, la persona se relaja y es como si entrara en otra dimensión.
Tambié, previamente a una actividad sexual, hay músicas que generan excitación. Los motivos en este caso están relacionados más con experiencias previas relacionadas con esa música. Bien porque recuerda buenos momentos sexuales vividos con alguien o porque sugieren imágenes o actividades eróticas, por ejemplo la música de Dirty Dancing o una lambada.
No existe una homogeneidad sobre la música óptima para el acto sexual. En el estudio de Spotify del que hablábamos antes, se elabora una lista con las canciones que más se utilizan durante un encuentro amoroso. Está encabezada por Sexual Healing de Marvin Gaye. Seguramente esta lista cambiaría según la zona del mundo o la época en la que la realizáramos.
Las nuevas tecnologías permiten incluso el uso de vibradores o masajeadores integrados con dispositivos de música para que el ritmo de los aparatos sea el de la música. Se puede así tener una selección de lo que podrían ser las fases de la respuesta sexual; música para deseo, excitación, meseta, orgasmo y resolución.
Aprovecharnos de todos nuestros sentidos es la mejor manera de intensificar nuestras respuestas sexuales.
Puedes escuchar mi participación en el programa Es Sexo en el siguiente enlace. (a parti de 1h28' )