Tal y como expliqué en otro post, el enamoramiento tiene unas bases científicas que cada vez se conocen más. Me ha gustado como Gilda Flores de la Universidad Autónoma de Méjico describe este proceso como la “fórmula química de Cupido”. Esta fórmula tendría cuatro fases, tres son comunes al amor y la amistad y una de ellas es exclusiva del enamoramiento o amor erótico.
Esto quizá le roba ese aspecto romántico y nos sume en la escasamente glamurosa ciencia. También gracias a ello podemos explicar y dar soluciones médicas a algunos de los problemas de las relaciones sexuales.
Estas fases serían:
1.- La primera impresión: Lo que llamamos “amor a primera vista”, el sentido de la vista es el que primero actúa en este proceso. Había dudas si la especie humana se podría mover en el aspecto sexual por el sentido del olfato. Aunque no es tan fuerte como el de los animales, los humanos también liberamos feromonas, esas sustancias olorosas que pueden atraer a otros individuos y despertar su instinto sexual. Tanto un estímulo como otro desencadenarían la producción de grandes cantidades de feniletilamina. Según los doctores Klein y Lebowitz del Instituto Psiquiátrico de Nueva York esta sustancia es la responsable de los cambios físicos y psíquicos que se producen cuando nos enamoramos. Grandes cantidades de feniletilamina producen en el cerebro una especie de cortocircuito que es lo que llega a producir que no nos salgan las palabras, que no puedas desviar la mirada de esa persona, que no atiendas a otras conversaciones o incluso que llegues a perder el equilibrio y por eso te vuelves torpe, tiras la copa, etc. Menos mal que dura segundos…
2.- Atracción (primera fase neuroquímica): El organismo sabe que no puede mantener esos niveles de feniletilamina por lo que para contrarrestarla va a segregar unas sustancias llamadas neurotransmisores que en este caso son la dopamina y la noradrenalina.
La dopamina se relaciona con la motivación, euforia, placer, estimula la producción de testosterona. Su liberación masiva en los prolegómenos del encuentro sexual provoca la euforia, la sensación de seguir adelante, de alegría.
La noradrenalina lleva a un estado de excitación corporal, lo que podemos llamar “el subidón”. A su vez esta liberaría el cortisol u hormona del estrés. Paradójicamente un exceso de ambas puede llegar a inhibir la respuesta sexual, sería la explicación a lo que denominamos vulgarmente “gatillazo”.
Ambas sustancias provocan en el organismo una serie de cambios como aumento de la presión arterial, aumento de la frecuencia de la respiración (suspiros), sudoración de cara y manos, aumento de la frecuencia cardíaca que se manifiesta como un “vuelco del corazón” y podríamos explicar así el “flechazo de Cupido”. También a nivel intestinal hay una contracción del estómago y del intestino, esto produce las “mariposas en el estómago”.
3.- Afecto o enamoramiento: Cuando termina esa primera aproximación vuelve un estado más sosegado. Se empiezan a secretar las endorfinas y las encefalinas. Estos neurotransmisores son comunes al ejercicio y al orgasmo, producen sensación de placer, bienestar, reducen el dolor.
También se libera serotonina, neurotransmisor del estado anímico. Sus niveles bajos provocan estado depresivo, falta de apetito y pérdida de memoria, sus niveles demasiado altos falta de libido.
Por último aparece la estrella invitada protagonista de “EL AMOR”, se trata de la oxitocina, se la llama péptido u hormona del amor, sustancia del abrazo. Se produce en grandes cantidades durante el orgasmo y es la que provocaría la sensación de necesitar el contacto físico con la pareja, del apego, de continuar con esa pareja aunque haya sido una relación esporádica buscando un mero contacto sexual, no una relación estable. Este neurotransmisor se produce también durante el amamantamiento y es la causa del apego maternofilial.
Como antes dijimos aquí acabaría las fases comunes a la amistad, aunque en menor intensidad. Para llegar al enamoramiento es necesario un mayor intercambio químico (besos, caricias, olores, sabores, sonidos), todo ello de manera repetida provoca memoria a largo plazo y necesidad de reencuentro.
4.- Pasión (fase neuroendocrina). El final de la fórmula de Cupido desemboca en la liberación de hormonas. En especial la testosterona. Si, hombre y mujeres dependen de la testosterona, en el caso de la mujer en menor cantidad porque sólo tiene las glándulas suprarrenales para producirlas. En el hombre su producción es mayor por la suma de las producidas en los testículos.
Los efectos, los sabéis o los podéis imaginar, mayor deseo erótico, mayor sensación de territorialidad. En las mujeres sobre todo provoca la sensación de obnubilación mental que hace que sólo se piense y se idealice a la persona amada. De ahí la expresión de “el amor es ciego”, o como decía Ortega y Gasset el enamoramiento es un estado de “imbecilidad transitorio”.
¿Y efectivamente es transitorio?. La respuesta es si, se sabe que la primera fase neuroquímica, la del flechazo y las mariposas en el estómago dura alrededor de 2 ó 3 años. El resto de fase completa unos 4 años más. En total unos 7. ¿Qué pasa entonces?.
En este momento entra en juego la voluntad y la racionalidad. Si queremos estar con esa persona, hay que trabajárselo. Ya si vemos de una manera neutral a la otra persona, sabemos de su defectos y virtudes, nos planteamos si deseamos estar con ella y por tanto pasamos como dice Gilda de la pasión involuntaria de amar a la voluntad de amar. Hay parejas en las que esta parte racional no es suficiente para mantener la chispa del amor y por tanto cesan en la relación, buscan “nuevos horizontes” por descubrir.
Cuando los profesionales trabajamos los problemas de pareja buscamos reactivar esas situaciones que llevaron al enamoramiento, ya que hay personas que su problema es no saber reactivar esas brasas. En otras ocasiones no hay brasas, solo cenizas y lo mejor es que cada uno siga su camino, sin dramas.
Puedes oír mi participación en el programa Es Sexo en el enlace siguiente a partir del minuto 58: