Haciendo un poco de historia debemos decir que el factor masculino de infertilidad ha sido siempre infravalorado. Tanto en el antiguo Egipto, como en las civilizaciones de la Grecia y Roma Clásica y la civilización Hebra antigua la infertilidad de origen masculino no existía, sólo era un problema femenino. Sólo se abrió una pequeña luz sobre la posibilidad de que la causa podría tanto masculina como femenina en la época de esplendor de la Escuela árabe (Avicenas 980-1037). Posteriormente la oscuridad en los avances de la ciencia y otros muchos aspectos llegó de nuevo en la Edad Media: La infertilidad era sólo de causa femenina y además se debía al pecado y provenía de un castigo divino.
En el siglo XVII en que Van Leeuwenhoek (1632-1723) inventa el microscopio y consigue observar espermatozoides. Comienza entonces el interés por el factor masculino en infertilidad.
Van-Leeuwenhoek
El médico John Hunter en 1785 realizó el primer intento de inseminación artificial humana en la mujer de un comerciante que presentaba un hipospadias. Utilizó semen del marido lo introdujo en una jeringa caliente e inseminó con ella a la mujer. Consiguió el nacimiento de un niño sano.
Entre los años 1950 y 1978 proliferaron los tratamientos sobre el varón con diversas pautas hormonales (FSH, Testosterona). Los resultados fueron dispares. En 1978 con la primera niña nacida por FIV y más todavía en 1992 con el primer éxito de ICSI el estudio del varón casi se extingue. Con tan sólo tener un espermatozoide viable se conseguían embarazos. En el momento actual hemos llegado a un punto en que a pesar de estas técnicas no se consiguen más embarazos. Se concluye que es necesario mejorar la calidad espermática y para ello es necesario retomar el estudio del varón. Llegar a un diagnóstico de las causas que producen alteraciones del seminograma y poner tratamientos sobre las mismas antes de pasar a una técnica de reproducción asistida.
Esto es lo que he intentado transmitir a los alumnos del Curso Básico en Reproducción Asistida celebrado ayer 1 de marzo, en IVI Madrid, donde he dado una charla sobre la Valoración del Varón en Reproducción Asistida. A él han asistido una treintena de ginecólogos. Les he recalcado que la valoración del varón no es sólo un seminograma, al varón hay que hacerle su historia clínica, su exploración y sus exámenes complementarios para llegar a un buen diagnóstico de las posibles causas de infertilidad y conseguir posteriormente las mejores tasas de éxito si tenemos que pasar a una Técnica de Reproducción Asistida.