Las infecciones de transmisión sexual (ITS) se producen, casi exclusivamente, durante las relaciones sexuales, bien sea sexo oral, vaginal o anal. En algunas de ellas el simple contacto íntimo puede ser vía de transmisión.
Sin duda la ITS con mayor impacto mediático fue la producida por el Virus de la Inmunodeficiencia Humana, el VIH, ya que su consecuencia más grave el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), provocó a principios de los años 80 del siglo pasado numerosas muertes sobre todo en la población homosexual. La muerte de personajes famosos del mundo del espectáculo provocó la alarma social y las campañas sobre como prevenir esta enfermedad una vez que se consiguió descubrir el virus en 1983 tuvieron el impacto y la acogida que se esperaba.
Es evidente que la aceptación de las medidas profilácticas para evitar esta enfermedad no sólo se debieron a su intensidad y difusión, sino que, a mi modo de ver, se debieron al miedo a contraer una enfermedad mortal.
Al igual que con el nacimiento de los antibióticos, enfermedades como la gonorrea o la sífilis dejaron de ser mortales o con terribles consecuencias, los avances en el tratamiento del VIH han convertido esa segura enfermedad mortal en una enfermedad crónica, con relativa buena calidad de vida. Por ello la guardia ha bajado y las medidas de control entre la población ha disminuido, elevándose así de nuevo el porcentaje de ITS.
Además de ello, surgen nuevas cepas de gérmenes resistentes a los antibióticos convencionales como la descubierta en Japón, Neisseria NH041, o surgen nuevas ITS como la producida por el Mycoplasma Genitalium que produce en el hombre uretritis o prostatitis y en la mujer, enfermedad inflamatoria pélvica, infertilidad o embarazos ectópicos y que ha causado gran alarma en el Reino Unido a finales del 2015.
La disminución de las medidas de protección y como número uno de ellas el preservativo se ven a hora nuevamente amenazadas por las terapias de profilaxis frente al VIH. La utilización de lo que se denomina PreP (profilaxis preexposición) ha generado que diversos colectivos propongan su uso como único método para tener sexo seguro sin preservativo y esto no debe ser así.
La Prep consiste en la toma de un compuesto de dos antiretrovirales (tenofovir y emtricitabina) cuya marca comercial más conocida es Truvada. Los diversos estudios muestran que se puede alcanzar protección de contagio si se toman dos comprimidos antes de la relación de riesgo, otro comprimido al as 24h y otro a las 48 h. En personas con relaciones sexuales habituales, la toma sería diaria. Los principales problemas que se evidencian en los estudios es la adherencia y cumplimiento estricto del tratamiento.
Existe también la posibilidad de un tratamiento post-exposición (PEP) que es útil dentro de las primeras 72 horas tras el posible contacto. En este caso se utilizan tres retrovirales.
En cualquiera de los casos, ninguna de estas posibilidades debe eludir la necesidad de reforzar la protección frente a un contagio de VIH con el uso del preservativo. Es más, no hay que olvidar el resto de las ITS que también frenamos con el uso del condón.
Por último un recordatorio a los menos jóvenes. La protección es para todos. Parece que cuando hablamos de ITS o de protección, sólo nos referimos a la gente joven o sexualmente muy activa. ¡Error!. Cada vez es más frecuente encontrarnos con hombres y mujeres que terminan relaciones monógamas de largo tiempo y comienzan a conocer nuevas personas. La edad, la posición social o el aspecto físico no son un seguro para tener relaciones sin protección.
Puedes escuchar mi intervención en el programa Es Sexo en el siguiente enlace (a partir de 56')