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Dr. Carlos Balmori - Urólogo y Especialista en Medicina Sexual Reproductiva, Regenerativa y Antienvejecimiento.
Publicado: abril 22, 2016

Shibari o el arte de atar

Las prácticas sexuales que conllevan la inmovilización de todo o parte del cuerpo reciben dos denominaciones: Bondage y Shibari. Quizá la más conocida es el Bondage, palabra inglesa o francesa que significa esclavitud o cautiverio. Utilizando cuerdas, cintas, gomas, telas, cadenas, esposas o grilletes se inmoviliza a una persona con el fin de lograr la excitación sexual. La otra denominación es el Shibari japonés proveniente del Kinbaku-bi. En esta última técnica existe más posibilidad de movilización que en el bondage.

Si se respetan los deseos de todos los participantes en estas prácticas, a nivel psicológico no debe haber ningún problema. Quizá en lo que más cuidado hay que tener es en los daños físicos que se pueden derivar de esta actividad.

Algunos aspectos a tener en cuenta serían los siguientes: Comenzar con pequeñas ataduras, sencillas y si es posible guiadas por alguien que tenga experiencia. Usar materiales que no dañen la piel como pueden ser sogas ásperas, metales con aristas, cintas adhesivas etc. No comprimir zonas como cuello, tórax o abdomen ya que pueden afectar al riego sanguíneo o la respiración. Evitar nudos corredizos que puedan deslizarse de manera incontrolada. Deben tener unas tijeras a ser posible de las usadas para quitar vendajes en las que una rama es roma para poder deslizar por debajo de las ataduras sin dañar la piel. Lo más peligroso sería el autobondage, en la que no existe una persona que controle y ayude a la persona atada en caso de una situación de riesgo. También se deben evitar las suspensiones de estructuras no probadas para soportar determinado peso o con las suficientes medidas de seguridad, así como las posturas forzadas. No introducir objetos en la boca que puedan deslizarse hacia las vías respiratorias y producir asfixia. No añado aquí las precauciones todavía mayores si a esta práctica se unen otras de sadomasoquismo.

Con respecto a las posturas forzadas o la excesiva compresión de las ataduras podemos comentar la aparición de las denominadas parestesias. Éstas son alteraciones de la sensibilidad que todos hemos notado alguna vez al mantener durante tiempo una postura y que vulgarmente expresamos como que “se me ha dormido” un brazo, una mano, etc. Esta situación puede ser peligrosa ya que se produce por una falta de riego sanguíneo a partir de la zona comprimida que afecta a los nervios de la zona. Los nervios necesitan un buen aporte de sangre para mantener su actividad ya que consumen mucha energía. Cuando pasan unos 10-15 minutos se empieza a notar un aumento de la sensibilidad en la zona afectada, si continua la compresión hasta los 20 minutos, la falta de sangre hace que el nervio pierda su función y ya se produce la falta de sensibilidad y la pérdida de fuerza aparece a los 30 minutos. Por encima de ese tiempo podrían empezar a producirse daños de difícil recuperación. Es por ello que en aquellos casos en los que se mezcle el shibari o bondage con el sadomaso, estas situaciones de dolor no deben minimizarse y sumarlas al arsenal de las fuentes de deseo. Se deben tener en cuenta las consecuencias irreparables de una prolongación excesiva de estas situaciones.

Puedes escuchar mi participación en el programa Es Sexo en el siguiente enlace (a partir de 1h24')

Doctor Carlos Balmori
Urólogo y Especialista en Medicina Sexual, Reproductiva, Regenerativa y Antienvejecimiento.

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