La actividad sexual tras el parto se torna problemática para la pareja, en especial para los padres primerizos.
Desde el punto de vista emocional se produce una desafección hacia la pareja. Por parte de la madre por varios motivos: los cambios corporales del embarazo la hacen sentirse insegura o incómoda con su imagen, el cansancio que provoca el cuidado del bebe, incrementado en aquellas que dan de mamar, un excesivo o desmedido sentimiento del cuidado o responsabilidad sobre el recién nacido. Todo ello prioriza al bebé sobre la pareja. En el caso del hombre, el problema suele ser el miedo a interponerse entre el hijo y la madre o los problemas físicos de los que ahora hablaremos.
Físicamente se produce en la madre una disminución de estrógenos que se puede manifestar como disminución de la libido o alteraciones de la lubricación vaginal. Esta situación durará mientras se de el pecho. Es evidente que las alteraciones genitales debidas al parto tienen una gran importancia. En el parto natural, el canal vaginal sufre un gran traumatismo que incluso puede verse aumentado por maniobras como pueden ser el uso de fórceps o la realización de episiotomías. Aprovecho para indicar que desde el 2003 existen recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud para no realizar episiotomías de forma rutinaria ya que no han demostrado los beneficios que se le otorgaban, como disminuir el trauma del suelo pélvico o proteger frente a desgarros. La morbilidad de esta maniobra supera a los teóricos beneficios.
La recuperación vaginal viene a durar un tiempo entre tres y seis semanas, lo que se denomina puerperio o el antiguo concepto de la cuarentena. Estás alteraciones vaginales son otra de las causas de que el hombre evite en ocasiones el contacto con su pareja. Las recomendaciones ante esta situación pasan en primer lugar por la comunicación. La mujer debe explicar cómo se siente, si hay dolor, si por los cambios estéticos no le apetece que él vea esa zona, en definitiva aclarar que no se desea un relación sexual no por falta de cariño hacia la pareja sino por otras razones. En el caso del hombre, es igual, debe explicar que siente hacia a ella y cuales son sus temores sobre retomar las relaciones. Es evidente que la penetración no lo es todo, por lo que podemos conseguir recuperar la vida sexual con otras actividades. Cuando se pase a la penetración, el sentido común nos indicará las posturas o la intensidad de las relaciones para que sea una actividad placentera y no un sufrimiento para ninguno. Son casos muy limitados, pero forzar la penetración dolorosa tras un parto puede ser causa de un vaginismo.
La realización de masajes vaginales, fisioterapia de suelo pélvico y conocer o preparar el parto son las medidas más importantes para prevenir los daños vaginales y perineales, así como recuperarse más rápido y mejor tras un parto.
La presencia de otro “personaje” en casa del que hay que cuidar, va a provocar que la espontaneidad de las relaciones desaparezca, por lo que se deben programar momentos de intimidad. Hablo de programar porque si no se hace de esa manera, en la mayoría de los casos, encontrar momentos para dedicarse el uno al otro se hacen casi imposibles en esta etapa de la vida.
Es importante recordar que si se desea evitar un nuevo embarazo tras el parto es necesario tomar precauciones. El utilizar el método lactancia-amenorrea (MELA) no es seguro. Aunque la succión del pezón estimula la producción de oxitocina y de prolactina y se produce una inhibición de la ovulación, es necesario que la lactancia sea exclusiva, tanto de día como de ncohe, no exista menstruación y no hayan pasado más de 6 mese del parto, por lo que su fiabilidad es relativa. Médicamente sólo se pueden utilizar anticonceptivos que lleven progesterona. Lo mejor en todo caso es combinarlos con un método de barrera como el preservativo.
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